Grinch II

Les venía contando acerca de mis experiencias con las fiestas navideñas, ¿cierto? 

Pues mi santísima madre era de esas que desde que amanecía el 1 de diciembre se ponía en "Modo Navidad" pero no de la manera tierna y chévere, sino de la que le daban a uno ganas de desertar a Timbuctú. 

Para ella armar el árbol de navidad y el pesebre era un ritual, y no permitía que nadie se involucrara en el proceso, excepto para mover cosas pesadas y hacer aseo en la casa mientras ella estaba metida de cabeza en su labor. Lo aburridor de ello era que nos tocaba aguantarnos el mal genio de la Sra. Olma todo el tiempo. Ella siempre ha sido una perfeccionista y como tal, hacía las cosas tal y como si fueran para ella. No puedo negar que la decoración navideña en mi casa siempre fue una cosa de admirar, pero el costo era muy grande en términos de tranquilidad.

Recuerdo una ocasión. yo tendría unos 7 años y se me ocurrió ponerme a jugar en la sala mientras mis hermanas mayores hacían oficio, mamá armaba el árbol y mi hermanita chillaba como perro herido, estaba tan concentrado en mis juegos que no me di cuenta de cuando se me fue el balón hacia donde estaba el dichoso árbol, adornado ya con las bolitas de cristal que pertenecían a mi mamá desde cuando ella tenía 7 años. Ya se podrán imaginar mi cara de espanto cuando escuché como aquellos adornos se hacían pedazos por el balonazo y aquellos que me conocen de la juventud ya podrán imaginar la cara de asesino en serie que puso ella. La cantidad de correa que me cayó encima ese día fue una cosa de locos. 

En cuanto al pesebre y las novenas... eran un evento esperadísimo por todos en el barrio, menos por los hijos de la Sra Olma. Resulta que nuestra casa era lo suficientemente grande como para que en la sala se pudiera armar un pesebre de 4 metros por 4 metros, con todo y una cerca para que nadie se metiera dentro y lo dañara. Era el mejor pesebre de todo el barrio, pues ella se aseguraba de que todos y cada uno de los objetos dentro del mismo fueran a escala real y tuvieran absoluta concordancia entre sí, y para variar, muchos de aquellos muñequitos eran muy antiguos. Además en esa época no eran tan molestos con el tema de los accesorios de origen vegetal en los pesebres, así que era con todo y arbolitos pequeños, musgo y otras cosas así por el estilo, era como ver un pequeño Israel, con bosques, lago, rió, desierto, montañas y todo.

Llegado el día 16 de diciembre, nos convertíamos en los anfitriones de todo el barrio, pues era plan obligado la novena donde la Sra Olma, y como a ella le gustaba atender a la visita, preparaba grandes cantidades de dulces y postres para todos... eso era hermoso para la visita, pero no para los hijos y marido de la Sra Olma, quienes la teníamos que lidiar con su stress por que todo saliera perfecto. 


Comentarios

Entradas populares