Tres libros

Hay cosas que nos cambian la vida... esta vez quiero dedicarle tiempo y líneas a esos libros que se cruzaron por mi camino y que, a su manera, han tenido una influencia en mí más amplia de lo que cualquier persona podría imaginar.

Tuve la inmensa fortuna de pertenecer a esa última generación que creció sin Internet, y por lo tanto tuvo la necesidad y fortuna de leer para poder aprender algo. Durante la secundaria fueron muchos los libros que tuve que meter en mi cerebro, pero de todos ellos voy a escoger al primero de mi vida que repetí por placer: les hablo de la grandiosa HAMLET.

Una historia escrita en el siglo XVI llena de acción, literal y sugerida, con un protagonista que se te mete en el alma.

No voy a entrar a decirles que lo gocé a la primera, pues a la edad de 15 no era el tipo más disciplinado para leer, ni mucho menos, pero lo que sí puedo asegurar es que cuando la terminé, era capaz de ver a cada uno de los personajes, de sentir sus emociones y no me costó ningún trabajo hacer la tarea que debía hacer con el libro, ya que tenía en la memoria todo. Por eso supe que me había gustado en serio.

Durante los años que han pasado, en muy diversas ocasiones me he visto a mí mismo teniendo diálogos con mi propia conciencia, tal y como Hamlet lo hacía, pude imaginar venganzas complejas y poéticamente llamativas, imaginé a personas de mi vida hablándome como si fueran fantasmas y a veces, me sorprendo hablando sólo en voz alta, regañándome o regañando a otros con quienes batallo en mi mi mente.

Antes de que sigan haciéndose conjeturas sobre mi grado de demencia, les aclaro que ni yo mismo sé cuán loco estoy... la locura, debe ser por eso que me enganchó tanto esa obra de Shakespeare. Muchos creen que Hamlet estaba loco, yo no lo pienso así, porque una persona loca no lleva a cabo un plan de la manera tan brillante con la que fue ejecutada la venganza del príncipe danés. Tal vez al final, la vida le dio una lección intensiva de "Si quieres vengarte, cava dos tumbas" pero con todo y todo, puso a cada uno en su sitio y reveló los colores de todos quienes lo rodeaban. Ese es mi concepto de final feliz, uno en el cual no queden preguntas, uno en el que las cosas se clarifiquen de buena manera.

Si aún no lo leen, están demorados para meterse en una intriga palaciega como no se volverán a escribir.

¿Canción de hielo y fuego?, es juego de niños comparada con Hamlet.


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