Tácticas defensivas

Todos hemos escuchado hablar algunas vez sobre combinaciones que no funcionan... hablo de tipos de personas y situaciones o lugares que de una forma u otra son antagonistas de manera directa. Por ejemplo, un alcohólico en recuperación trabajando en un bar o un adicto a los videojuegos trabajando en una compañía de tecnología.

Para cuando culminé mi tratamiento, por allá en julio de 2011, uno de mis terapeutas, me hizo una advertencia que en su momento me sonó a frase de cajón, pero que por soberbio, descuidado e idiota ignoré: "El verdadero proceso comienza afuera Juan Guillermo..." y eso casi me cuesta la vida. 

A diferencia de el 99.99% de los egresados de Hogar "El Camino" que salían con trabajos de un salario mínimo, doce horas al día, mucho sudor y una pequeña habitación en algún barrio popular, yo salí del lugar con un empleo de 2.5 salarios mínimos en una prestigiosa empresa del ramo tecnológico, turnos de siete horas y el dinero suficiente para tomar en arriendo un aparta-estudio en un muy buen barrio de la ciudad. No les voy a negar que eso me tenía sumamente emocionado, pues tras varios años de consumo activo, un año en las calles y otro año en tratamiento, sentí que por fin estaba encontrando el cauce hacia el tipo de vida que creí que merecía por los talentos que tenía a mi disposición.


Pasados apenas un poco más de tres meses, estaba de nuevo borracho, de drogas hasta el cogote y frente a una computadora jugando Starcraft... La caída fue estrepitosa, como dicen por ahí "Subes como palmera y caes como coco..." Aún veo en mi memoria algunas veces las caras de unos cuantos en el centro de tratamiento, quienes se regodearon al verme confesar mi recaída, eso si que me dolió. Pero para mi fortuna también hubo una cara amable, Angélica Guasca me ayudó a ver que en medio de mi lamentable estado, había algo positivo, y eso era que por fin estaba empezando a aprender como es que se reconoce estar equivocado.

A consecuencia de mi recaída perdí lo que tenía para ese momento y tuve que comenzar de nuevo, pero esta vez ya no había empleo glamoroso, horarios cómodos, buen salario ni mucho menos aparta-estudio. Me vi obligado a tomar el primer empleo que pude hallar, y ese fue como bouncer en una whiskería.

Ya puedo imaginar a algunos riéndose mientras piensan: "¿Juan Guillermo, ese man flaco y chiquito, de bouncer en un bar?", Si, aunque ustedes no lo crean

Para quienes desconocen el término "Whiskería", es una especie de eufemismo para hablar de un burdel medianamente fino... la cara de mi psicóloga cuando se enteró de la clase de sitio donde había hallado empleo fue un poema, sólo atinó ha remarcar el enorme riesgo que corría y lo fresca que estaba la herida de la recaída de hace unos meses. No se de donde salió la confianza con la que le dije que ya había aprendido la lección y que usaría todas las herramientas que ellos me habían enseñado para mantenerme a salvo en medio del lodazal.

Pussy House era un sitio elegante, muy diferente a lo que muchos de nosotros conocemos acerca de antros. No era el "metedero" oscuro, de aire denso y miradas pesadas. Por el contrario, la luz era quien mandaba en el lugar, las paredes eran de colores claros, los espacios amplios, con una decoración sobria y tenía más seguridad que muchas oficinas bancarias. En cualquier dirección a la que miraras hallabas una cámara. Los dueños del lugar, en especial Edilber eran obsesivos con vigilar y estar al tanto de todo lo que ocurría en su propiedad.

Inicié mis labores allí en una buena época para los que trabajan en la vida nocturna, pleno diciembre, el dinero "llueve" en los sitios de este tipo durante las fiestas de fin de año, eso me subió el ánimo, pues estaba más que quebrado y recibir hasta cien mil pesos en propinas un día jueves era algo fabuloso.

Con lo que yo no contaba era con que ese establecimiento se convertiría en mi escuela de abstinencia, autocontrol, paciencia, manejo de la ira, negociación, ventas, inglés y tácticas de seducción, todo en un periodo muy corto.




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