Identidades

Hay algunas características de nuestra personalidad y comportamiento que logramos establecer e identificar desde muy temprana edad, si somos de mal genio, si nos gusta un determinado tipo de música, si nos queda fácil o difícil hablar en público o iniciar una relación personal, etc. 

Pero no siempre es así... en ocasiones nos encontramos con cosas de nosotros mismos, las cuales ni siquiera éramos capaces de imaginar... y eso ocurre justo cuando ya creíamos haber visto todo... cuando ya estábamos cómodos con nuestro lado más oscuro.

Nunca fui un hombre con debilidad por las damas, al contrario, era de esos bichos raros que no se incomodaba en lo más mínimo por no estar en una relación, y eso era uno de mis mayores orgullos. Las mujeres que habían pasado por mi vida hasta ese momento, todas fueron dueñas del 100% de mi atención y energía... En resumidas cuentas, me ufanaba de ser un tipo monógamo, fiel y en control de mis instintos, hasta ese día.

Cuando la conocí a ella, no experimenté nada en particular, fue como conocer a cualquier otra persona, como muchas a las que había conocido y olvidado al día siguiente, ¡Pobre estúpido!. Unas tres semanas después de que escuché por primera vez su voz y vi esos ojos marrón claro, ya estaba hecho un perfecto "caballo de carreta" y no me daba cuenta de ello... Y mi esclavitud empezó de la forma más ridícula. Tirados en los muebles de la sala en la casa que compartíamos ella, mi amigo Richie y yo, conversábamos sobre trivialidades. De pronto ella, con su carita de "Me divierto poniendo incómodos a los tipos" nos preguntó: ¿Si yo les diera un chance... qué harían conmigo?, aún recuerdo con total claridad la cara desaprobación que puse cuando Richie soltó a bocajarro su sincera respuesta: "Yo, me la tiro salvajemente y listo..." 

Esa risa perfecta en su cara no se me borra de la memoria; "No esperaba menos de tí Richie... por eso contigo uso cinturón de castidad....". Luego me perforó con la mirada, a estas alturas no sé si lo que me impidío tragar saliva en ese momento fue el encanto apabullante de esa mujer o mi proverbial ingenuidad, lo que si sé es que unos segundos después y con una seguridad propia del ignorante más grande del mundo le dije: "Yo, te besaría tiernamente..." Ella se me quedó mirando con una expresión que en ese momento no pude descifrar, pero ahora, con la luz de los años trascurridos sé que en esa mirada ella me estaba diciendo "Tu ignorancia me enternece... te voy a volver ropa de trabajo sólo por diversión..." Luego de ello soltó la primera bomba hacia mi cerebro: "Ummm a lo mejor me anime a dejar que te acerques lo suficiente".

Para un jugador compulsivo como yo, que a duras penas llevaba unos meses fuera del centro de tratamiento, y no había ajustado siquiera un año en abstinencia, ese reto fue la perdición. "No lo puedo creer... me está invitando a que le tire los perros... si dejo pasar esto, que me maten..." De inmediato mi mente se puso en modo "Juego de seducción" me sentí todopoderoso, era el cazador... A estas alturas me da risa de ver mi nivel de ineptitud, siempre fui la presa.

Durante los días que siguieron el trío se volvió dueto, ya las conversaciones con Richie era en un tono, y las que sosteníamos ella y yo eran en otro... más íntimas, personales y siempre teñidas de una creciente cercanía física, pasábamos las horas perdidas abrazados como si fuéramos una pareja totalmente seria, era estimulante en extremo tenerla cerca, pronto me acostumbré a su aroma natural, al calor que despedía de su delgado y frágil cuerpo.

Yo la veía embelesado, con una combinación extraña de sentimientos, por un lado la percibía como a una niña que necesitaba de mi consejo, (ella tenía 24 y yo 30) y por otro era un manjar prohibido que revoloteaba frente a mí, con una mirada sugerente.




Comentarios

Entradas populares