Identidades II

A muchos de nosotros, los hombres, nos incomoda sobremanera el sentir que una mujer se vuelve la dueña de nuestra voluntad... porque de alguna forma sentimos como si nos estuviesen castrando; si, estoy admitiendo que tengo un cierto trasfondo de machismo... ¿Y?

Lo único que nos faltaba era dormir juntos, pues cualquiera que viera nuestro comportamiento habría supuesto, con todo derecho que éramos algo más que amigos. ¿Saben algo? Hubo un momento en el que el instinto quiso advertirme que no era una buena idea seguirle dando tanto espacio en mi mente... Fue la única vez en la que mi tendencia a sabotearme por mí mismo actuó a mi favor y no la escuché... Una noche estaba recostado en mi cama junto a ella, era ya casi medianoche y seguíamos como un par de adolescentes hablando de sólo Dios sabe qué, de pronto por mi mente pasó una hilera de ideas: "Esto es demasiado bueno para ser cierto...", "¿Qué te garantiza que esto va a salir bien?", "Tu no sabes tener pareja...", "Acuérdate de las cagadas que cometiste con Luisa y Andrea...", etc. Pero como podrán imaginar NO HICE CASO, me dije a mí mismo: "Haber Juan... debes dar el paso hacia adelante, no puedes ser para siempre el puto hongo, lograste salir del infierno y ¿te vas a asustar con una mujer?"

Aquella noche terminé llevándola hasta su habitación casi a regañadientes, si por mí hubiera sido, la habría hecho quedarse conmigo, tan solo abrazándome, porque para ese punto yo ya la anhelaba.

27 de mayo... sábado, cuando llegué de trabajar, estaba cansado en extremo, el día había sido de lo peor... pero fue sólo atravesar la puerta y se me olvidó hasta como respirar. Ella estaba parada frente a la mi, como si hubiese presentido que era yo quien iba entrando, fue entonces cuando desconecté por completo el cerebro y dije: "No tienes idea de cuántas ganas tengo de besarte..."

"¿Y qué esperas?" ella, como si se tratara de la mismísima Gorgona me atrapó inmediatamente con esa invitación a la acción... Me lancé sobre su boca como si acabase de salir del desierto y de sus labios destilaran leche y miel.

Con el paso de apenas unos meses, me fui descubriendo a causa de la poderosísima atracción que ella me producía, como un lobo hambriento, un ser llevado de forma casi exclusiva por el instinto primario, y a causa de ello también cada mínima cosa me hacía sentir profundamente inseguro de que fuera suficiente para esa "Diosa" que la vida había puesto en mi camino... es extraño, pero cuando caminaba con ella de la mano, me mostraba orgulloso, pero por dentro cada célula de mi cuerpo temblaba pensando en que cualquiera, hombre o mujer que la miraba era un potencial enemigo y un rival.




Comentarios

Entradas populares