Gamer

"Press Start"... Dos palabras que tal vez para mucha gente no signifiquen nada, para mí fueron una norma de vida.

Fue en la navidad de 1993, mientras caminaba por uno de los atestados centros comerciales de la ciudad, cuando me quedé viendo una vitrina. En ella se podía ver, conectado a un televisor y proyectando unas imágenes totalmente nuevas para mí, una máquina de la cual sólo había escuchado en las conversaciones de mis compañeros del colegio. "Juancho, ¿qué es lo que miras?", la pregunta de papá tuvo una rápida respuesta, "Papi, quiero ese atari..." Él se quedó mirando el aparato que le señalé con el dedo, y sin pensarlo mucho entramos al almacén donde me fue mostrado el mencionado instrumento... Mis pupilas se abrieron como nunca antes, fue amor a primera vista. Por alguna razón que no entendía a esa corta edad, sentí que esa máquina y lo que proyectaba en el televisor eran algo que no era sólo apto para mí, sino que era algo con lo que tendría un vínculo especial.

Para cuando llegó al fin la nochebuena, mi ansiedad era mayúscula. Abrí todos mis regalos con mucha ilusión, pero todo lo demás pasó a un segundo plano cuando la última caja estuvo ante mí. Era el regalo que papá compró a un alto precio y de manera incógnita. Tras rasgar la envoltura, sólo salté como loco, mi mayor deseo era realidad. 

La cara de mis padres era de total asombro cuando, sin ninguna ayuda me las arreglé para instalar el aparato, apenas le dí una hojeada al manual de funcionamiento y en cinco minutos, frente a mí estaba la pantalla de inicio de mi primer videojuego, "Super Mario Bros".   

Los siguientes días para mí fueron una especie de luna de miel... las horas se me iban frente a la pantalla, aceptando el desafío de cada nivel, no recuerdo que me haya costado algún tipo de trabajo comprender el funcionamiento básico y el concepto de los juegos que tenía a mi disposición. Ahora lo entiendo, tengo sangre de gamer.

Aquel regalo de navidad me dio la bienvenida a un mundo que es más largo, alto y ancho de lo que he podido imaginar, lo que siguió durante los años posteriores fue como un paseo por el paraíso para mi, cada nuevo título que caía en mis ojos y manos era absorbido con voracidad, cada viaje al supermercado terminaba conmigo de cabeza en la sección de revistas, revisando las revistas "Club Nintendo" y "Game Pro" en busca de consejos para los juegos en los que me sentía atorado.

Pero no todo fue color de rosa... esa fue mi primera obsesión y la primera adicción que me llevó a grandes errores y catástrofes. No tengo idea de cuantas veces me quedé por fuera de clases durante los seis años siguientes por cuenta de estar metido dentro de los locales de videojuegos cercanos al colegio; recuerdo uno en particular, se llamaba "El Octagón" y tenía los títulos de moda, allí mis pecadoras manos fueron puestas en varias obras de arte de los noventa, tales como "Castlevania" "War of the Gems" "Separation Anxiety" "Final Fantasy VI", "Donkey Kong Country" "Doom" "Duke Nukem" "Wolfestein 3D", entre otras muchas, podría seguir todo el día enumerando los quizá cientos de títulos que jugué en esos años.

Las consecuencias no tardaron en aparecer, el tema de los videojuegos fue siempre el motivo de los disgustos de mi amiga Derly hacia mí... en una ocasión casi me saca del local de juegos de una oreja, para que entrara a clase, pues llevaba casi toda la semana sin aparecerme por el colegio.


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