Erizo

Tengo profundamente grabada en mi mente una escena de la infancia.

La profesora llamó a mi mamá para tener una charla con ella, pues mi comportamiento no era el adecuado para un niño de escasos 8 años. Mientras los demás niños eran muy abiertos a compartir sus cosas y jugar juntos, yo era reacio a tener gente cerca y peor aún, por nada permitía que alguien tomara alguna de mis cosas.

No tanto recuerdo las palabras de la profesora, quien le sugería a mamá que hiciera algo para que yo fuera un poco más sociable y menos egoísta, sino la respuesta que mi madre le dio. Contrario a,lo que la maestra imaginó, mi madre no se manifestó sorprendida o enojada por mi comportamiento, sino que lo alabó y justificó diciendo: "Mejor así, mi hijo no es antipático, es selectivo con quienes lo rodean..."

Tan convencida estaba mamá de que eso era lo correcto que desde ese día, cada vez que los maestros pedían que hiciera alguna clase de tarea en grupo, ella iba y les pedía que me dejaran hacerla solo. De ahí en adelante, mi contacto social se redujo a un puñado de personas: mi propia familia y unos cuantos niños de la cuadra donde crecí. 

No se si eso fue el detonante de lo que ocurrió después, pero si se que luego me convertí en un llorica profesional, no era capaz de soportar el más mínimo agravio, sin romper en llanto, cosa que se hizo frecuente, porque obviamente, los demás niños en la escuela no eran muy comprensivos con un chiquillo extremadamente pequeño y frágil, que además de todo era un "nerd" que los ponía en ridículo frente a los maestros a cada oportunidad.

Esto se vio empeorado por el hecho de que cuando quise tomar las riendas de los contratiempos que enfrentaba, usando otros recursos (entiéndase romperle la cara al que intentaba meterse conmigo), el resultado era lo contrario, mamá se encargaba de recordarme de mala manera que no tenía que pelear, así tuviese motivos de sobra para querer poner freno a los abusos.

El problema no era que mamá no quisiese que yo no fuera un niño violento, sino que con el tiempo hizo que yo careciese de herramientas para enfrentar mis problemas por mi propia cuenta, en otras palabras, entre ella y mis compañeros de escuela me convirtieron en un timorato que se refugiaba en los mayores cada vez que el viento lo rozaba.




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